¿Crees que unas semanas sin entrenar no afectarán a tu cuerpo? ¡Pues no es así! El tiempo sin actividad física no pasará desapercibido. Tu cuerpo comenzará a cambiar, y esos cambios pueden no ser tan agradables. Te contamos lo que le sucede a tu organismo cuando dejas de entrenar.
¿Crees que unas semanas sin entrenar no afectarán a tu cuerpo? ¡Pues no es así! El tiempo sin actividad física no pasará desapercibido. Tu cuerpo comenzará a cambiar, y esos cambios pueden no ser tan agradables. Te contamos lo que le sucede a tu organismo cuando dejas de entrenar.
El entrenamiento no solo se trata de los músculos, también de la energía. Durante el ejercicio, tu cuerpo produce endorfinas, las hormonas de la felicidad, que te dan un aumento de vitalidad y ligereza. Sin entrenamientos regulares, este proceso se ralentiza. Te despiertas con sensación de cansancio, te cuesta concentrarte y por la noche solo quieres descansar. Y lo más desagradable es que cuanto más tiempo pases sin entrenar, más difícil será recuperar tu nivel habitual de energía.
Si estás acostumbrado a entrenar regularmente, sabes lo importante que es mantener los músculos tonificados. Pero sin actividad física, los músculos empiezan a perder firmeza y definición. La atrofia muscular comienza rápidamente: en tan solo 2-3 semanas, los músculos pierden volumen, especialmente aquellos que más trabajabas. Los abdominales definidos y los bíceps marcados se convierten en menos visibles, y los brazos y piernas se vuelven flácidos.
Cuando entrenas, tu cuerpo quema calorías activamente, incluso cuando descansas. Pero si dejas de entrenar, los músculos se reducen y, con ellos, el metabolismo. Puede que no lo notes de inmediato, pero después de un mes o dos te darás cuenta de que tus jeans se han vuelto más ajustados. Tu cuerpo ahora quema entre un 10 y un 15% menos calorías en reposo, y todas las calorías extras se almacenan "para más tarde".
El entrenamiento regular fortalece el corazón, haciéndolo más resistente. Sin ejercicio, pierde fuerza. Después de solo dos semanas sin cardio, sentirás cómo tu pulso comienza a aumentar y tu corazón se cansa más rápido. El ventrículo izquierdo del corazón, que crece debido al ejercicio regular, se reduce de tamaño, lo que lleva a una disminución de la resistencia.
El ejercicio ayuda a conciliar el sueño más rápido y mejora la calidad del sueño. Sin actividad física, tu sueño se vuelve inquieto y te despiertas sintiéndote agotado. El equilibrio hormonal se altera, lo que lleva a dificultades para dormir y a un sueño de mala calidad. Los microdespertares se vuelven frecuentes y tu cerebro no tiene tiempo de entrar en las fases profundas del sueño.
El ejercicio fortalece el sistema inmunológico, promoviendo la producción de células protectoras. Pero después de una pausa, tu sistema inmunológico se debilita y te vuelves más vulnerable a las infecciones. Después de 2-3 semanas sin entrenar, puedes empezar a resfriarte más a menudo, ya que las células inmunológicas se vuelven menos activas. La cantidad de linfocitos T, que ayudan al cuerpo a combatir virus y bacterias, disminuye.
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