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VIDA

9 señales de que eres demasiado abierto en tus conversaciones (y cómo detenerte)

Hermano, hablemos claro. Hay cosas que puedes contarle a cualquiera, como, por ejemplo, que ayer lograste hacer cinco burpees en el entrenamiento.

Hermano, hablemos claro. Hay cosas que puedes contarle a cualquiera, como, por ejemplo, que ayer lograste hacer cinco burpees en el entrenamiento. Pero hay temas que es mejor guardar para ti. Si has notado que las personas después de hablar contigo parecen haber corrido un maratón sin agua, tal vez te hayas pasado de la raya con tu sinceridad.

Ser sincero está bien. Pero, al igual que con el alcohol: un par de copas te relajan, pero quince te convierten en el protagonista de una vergüenza pública. Es hora de entender cuándo has exagerado con la apertura emocional y cómo frenar un poco.

El silencio te da pánico

El silencio no es el enemigo, es un viejo buen amigo. Pero tú le temes. En cuanto hay una pausa en la conversación, empiezas a contar cómo perdiste tu zapatilla en el campo cuando eras niño. Está bien, pero ¿por qué?

La pausa es normal. No es necesario llenarla con historias sobre tu ex o tu viaje a Sochi.

Convieres a tus amigos en psicólogos gratuitos

Verte no es tener una conversación, es una sesión de terapia. Hablas, hablas, hablas. Y la otra persona solo parpadea y asiente.

Eso no es amistad, es un monólogo con muebles. La gente se cansa. El apoyo es un proceso de dos vías, no lo olvides.

Pides consejo sobre cada pequeña cosa

"Escucha, ¿debería pedir americano o capuchino?" — preguntas como si estuvieras eligiendo entre una operación cerebral y un trasplante de corazón.

Hermano, no necesitas consejo. Necesitas atención. Y la consigues a través de tus revelaciones innecesarias. Deja de hacerlo. Toma decisiones por ti mismo. Sí, incluso si luego te arrepientes — es tu vida, tu café.

Tus redes sociales te conocen mejor que tu madre

Cinco historias al día sobre tus sufrimientos internos, tres publicaciones sobre lo difícil que es ser tú, y una foto de "mañana sin filtro" con ojos de panda.

Esto no es un diario. Es una vitrina social. Y cuando hay demasiada intimidad en ella, la gente se va. Aunque haya dado like.

Revelas los secretos ajenos para "conectar"

Cuentas que la esposa de Igor lo dejó para impresionar a un nuevo conocido.

¿Suena a chisme? Porque eso es lo que es. La gente comienza a pensar: "Si habla así de los demás, también contará todo de mí."

La confianza es algo frágil. Si la rompes una vez, se acabó.

Interrumpes para contar tu propia historia

El interlocutor acaba de empezar a hablar sobre una lesión, y tú: "¡Yo tuve algo peor!"

Eso no se llama "compromiso", se llama "robo de atención". A nadie le gusta que le quiten sus historias. A veces, es mejor escuchar en lugar de volver a centrar toda la atención en ti.

Después de hablar, te sientes avergonzado y vacío

Te vas pensando: "¿Por qué dije eso?"

Si esto se repite, no se trata solo de una conversación, sino de una descarga emocional. Y eso te agota. Las palabras no se desvanecen en el aire. Se quedan en la cabeza de las personas a las que se las arrojaste. Y luego regresan hacia ti como un boomerang.

Compartes tu vida personal con cualquiera

El taxista, el barista, el chico en la fila para el hot-dog — todos saben que te divorciaste, que temes envejecer y que no crees en las pensiones.

¿Por qué? Eso no es sinceridad, es ansiedad que sale a la superficie. Encuentra a alguien con quien realmente hablar, no traumatices a personas aleatorias.

No recuerdas a quién le has contado qué

"¿Te he contado ya sobre el despido?" — preguntas por tercera vez.

Si tu vida parece una serie en la que todos ven el mismo episodio, significa que has perdido el hilo. Y además, corres el riesgo de soltar algo que no deberías.

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