Te han invitado a casa de alguien. Suena fácil: vas, comes algo, sonríes y te marchas. Pero ojo: no es tu casa. Aunque el ambiente sea relajado, sigues siendo un invitado.
Te han invitado a casa de alguien. Suena fácil: vas, comes algo, sonríes y te marchas. Pero ojo: no es tu casa. Aunque el ambiente sea relajado, sigues siendo un invitado. Y un invitado no es alguien que se tira en el sofá, pone Netflix y empieza a hurgar en la nevera. Así que aquí va una guía breve y clara para ser una visita normal y, más importante aún, ¡para que te vuelvan a invitar!
¿Ves una colección de vinilos, una katana antigua o una revista de Playboy con Pamela? No te lances encima. No es un museo. Si te interesa algo, pregunta. Al anfitrión le encantará que seas educado.
¿Luces tenues, mesa recogida, alguien ya en pijama? Esa es tu señal. No te quedes hasta que te tengan que echar. Vete mientras aún caes bien.
No enciendas luces, no muevas muebles, no pongas tu música sin preguntar. No es tu salón. No es tu terreno.
No aparezcas con un acompañante, niños o amigos sin avisar. Puede que tu nueva pareja sea genial, pero el anfitrión no lo sabe. Siempre pregunta antes.
¿Quieres alimentar al gato o acariciar al perro? Pregunta primero. Puede que tengan alergias, estén a dieta o simplemente no les caigas bien. No es un zoológico.
Llegar con las manos vacías da mala impresión. Incluso una tableta de chocolate o una botella de vino están bien. Lo importante es mostrar gratitud.
¿Te piden que te quites los zapatos? Hazlo. ¿Que pongas el móvil en silencio? También. No estás en tu casa – muestra respeto.
Este sitio utiliza cookies para ofrecerte una mejor experiencia de navegación. Al navegar por este sitio web, aceptas el uso de cookies.