Cambiar a una dieta saludable no es una carrera, sino un maratón. No intentes cambiar todos tus hábitos de una noche a otra.
Cambiar a una dieta saludable no es una carrera, sino un maratón. No intentes cambiar todos tus hábitos de una noche a otra. Dale tiempo a tu cerebro para adaptarse a las nuevas condiciones. Si introduces estos consejos gradualmente en tu vida, descubrirás que el deseo de comer una ensalada saludable será tan fuerte como lo era antes el deseo de agarrar una bolsa de papas fritas.
Sí, todos sabemos que comer una ensalada es más saludable que comer una bolsa de papas fritas, pero forzarnos a elegir lo correcto cada vez es otra historia. ¿Cómo luchar contra el hábito de pedir pizza los viernes, cuando tu cerebro ya la asocia con comodidad y relajación? La respuesta es simple: hay que entrenar al cerebro para desear comida saludable. Comienza con la autoeducación continua: lee libros, artículos y blogs sobre los beneficios de la alimentación saludable. Mira documentales sobre los efectos de diferentes alimentos en la salud. Gradualmente, tu cerebro empezará a ver la comida saludable no como un castigo, sino como una fuente de energía y bienestar.
¿Por qué te apetece un trozo de chocolate después de un día difícil de trabajo? O tal vez, el hábito de comer dulce viene de la infancia, cuando te premiaban con dulces por tus buenas calificaciones. Los desencadenantes son pequeñas trampas en nuestra mente que nos hacen hacer una y otra vez lo que realmente no necesitamos. Para enseñar a tu cerebro a desear comida saludable, primero debes comprender qué te hace llegar al fast food. ¿Lo usas para aliviar el estrés? ¿Como recompensa por un buen trabajo? Cuando identifiques estos desencadenantes, podrás evitarlos conscientemente y reemplazar tus bocadillos dañinos por opciones más saludables.
Seamos sinceros: renunciar completamente a tus alimentos chatarra favoritos es difícil y, en la mayoría de los casos, innecesario. Dejar de golpe los platos que solías comer puede hacer que desees romper las reglas y volver a los viejos hábitos. Aquí es donde entra en juego la regla del 80/20. Lleva una vida saludable el 80% del tiempo y deja el 20% restante para pequeños placeres. Esa hamburguesa con amigos o un trozo de pastel en un cumpleaños no harán una gran diferencia si la mayor parte de tu dieta consiste en comida saludable.
¿Cuántas veces has comido algo poco saludable solo porque estabas cansado? La falta de sueño y la sobrecarga en el trabajo nos hacen recurrir a carbohidratos rápidos para obtener un aumento inmediato de energía. En realidad, solo es una energía temporal que rápidamente se convierte en fatiga. Si realmente quieres enseñar a tu cerebro a elegir comida saludable, comienza con algo simple: establece una rutina de sueño, haz descansos en el trabajo y no olvides descansar. Una persona bien descansada tendrá menos probabilidades de elegir una dona en lugar de una manzana.
Toma fotos de lo que comes. Sí, no tengas miedo de sacar fotos de tus almuerzos y cenas saludables y guardarlas en una carpeta separada en tu teléfono. Esto no solo es una excelente motivación, sino también una manera de analizar tu dieta. Un diario visual te ayudará a ver cómo cambia tu alimentación y te recordará lo lejos que has llegado en tu camino hacia un estilo de vida más saludable. Además, es una excelente manera de mostrar a tus amigos que finalmente has aprendido a cocinar algo más que huevos revueltos.
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