Si has notado que tienes la costumbre de "salvar" a chicas con dificultades personales, adicciones o heridas emocionales, no estás solo. Esta dinámica en las relaciones se llama "síndrome del salvador": cuando tu amor se convierte en una misión para sanar a la otra persona.
Si has notado que tienes la costumbre de "salvar" a chicas con dificultades personales, adicciones o heridas emocionales, no estás solo. Esta dinámica en las relaciones se llama "síndrome del salvador": cuando tu amor se convierte en una misión para sanar a la otra persona. Quizás te preguntes: ¿por qué lo haces? ¿Por qué no simplemente buscar una relación que sea fácil y agradable? La respuesta está en lo profundo de tu mente y tu experiencia de vida.
Es cuando sientes que tu papel es ser el "salvador" que arregla, apoya y literalmente "cura" a tu pareja. Al principio parece noble: muestras cuidado ayudándola a superar sus problemas y sientes cercanía. Pero con el tiempo, ese rol se vuelve una carga constante. Siempre temes que sin ti ella "caiga" o no pueda manejar las cosas. Y ella, a su vez, comienza a verte no como un igual, sino como un protector del que depende su vida.
Al final, la relación se vuelve una alianza agotadora entre protector y dependiente — lejos de ser feliz.
A menudo, la razón está en la baja autoestima y la codependencia. Te sientes valioso solo cuando ayudas a alguien a "arreglarse". Es una forma de distraerte de tus propios problemas y encontrar un propósito.
Otra razón es la infancia y la educación. Si en tu familia tuviste que asumir responsabilidades por otros, te acostumbraste a jugar el papel del "salvador". Esto se volvió tu defensa psicológica y un hábito.
Y finalmente, los mitos sociales: el cine, los libros y la cultura nos dicen que "un hombre de verdad" debe ser un héroe que lleva luz a la oscuridad. Pero esa idea es una trampa.
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