Todo hombre conoce diferentes emociones después del sexo: satisfacción, relajación, a veces incluso una calma tranquila. Pero, ¿qué pasa si, después de un gran sexo, sientes una emoción triste y te salen lágrimas? Este fenómeno se llama disforia postcoital, y aunque no todos lo experimentan, definitivamente merece ser discutido.
Todo hombre conoce diferentes emociones después del sexo: satisfacción, relajación, a veces incluso una calma tranquila. Pero, ¿qué pasa si, después de un gran sexo, sientes una emoción triste y te salen lágrimas? Este fenómeno se llama disforia postcoital, y aunque no todos lo experimentan, definitivamente merece ser discutido.
¿Qué es esta condición?
La disforia postcoital es un estado en el que, después del sexo—aunque haya sido una experiencia realmente buena—sientes una bajada de ánimo, apatía o incluso el deseo de llorar. Este estado puede durar desde unos minutos hasta varias horas. Si ocurre regularmente, puede ser una señal de problemas psicológicos más profundos.
¿Por qué ocurre?
En la mayoría de los casos, la disforia postcoital está relacionada con conflictos psicológicos, ya sea internos o en una relación. Por ejemplo, las creencias negativas sobre el sexo o el placer pueden aparecer de repente después de la intimidad. No siempre se trata del acto físico, sino de lo que sucede en la mente.
Ejemplo 1:
Imagina que desde pequeño te enseñaron que el orgasmo es algo malo o inapropiado. En el momento, puedes sentir placer, pero tan pronto como ocurre el orgasmo, surge un conflicto interno: “esto es malo.” Esto puede desencadenar tristeza y lágrimas.
Ejemplo 2:
En otro caso, supongamos que alguien está en una relación donde existe abuso. Durante el sexo, la excitación física toma el control, apagando emociones negativas como el miedo y el odio. Pero, una vez que el sexo termina, esas emociones resurgen y causan angustia emocional.
¿Qué hacer?
Si las lágrimas no van acompañadas de una profunda tristeza o soledad, podría ser simplemente una liberación emocional. Pero si experimentas apatía, soledad o tristeza, es hora de reflexionar sobre lo que está ocurriendo.
Intenta entender la causa de la disforia.
Podría estar relacionada con miedos, creencias negativas o resentimientos no resueltos. Tal vez realmente necesites cariño, comunicación y cuidado, y el sexo no está cubriendo esas necesidades.
Habla con tu pareja.
Tener una conversación abierta sobre lo que sientes puede ayudarles a comprenderse mejor. Compartir lo que estás viviendo puede abrir el camino hacia la comprensión emocional y la resolución de problemas.
Y, por supuesto, si este sentimiento persiste, sería una buena idea hablar con un sexólogo o psicólogo para obtener ayuda profesional. Pueden ayudarte a identificar bloqueos psicológicos profundos y ofrecer soluciones.
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