Siempre hemos pensado que la resistencia al estrés es la habilidad mágica que debe tener todo profesional exitoso. Frases como "mantengo la calma bajo presión" suelen dominar los currículums, y en nuestra mente aparecen imágenes de personas fuertes que nunca se rompen bajo estrés.
Siempre hemos pensado que la resistencia al estrés es la habilidad mágica que debe tener todo profesional exitoso. Frases como "mantengo la calma bajo presión" suelen dominar los currículums, y en nuestra mente aparecen imágenes de personas fuertes que nunca se rompen bajo estrés.
Sin embargo, por extraño que parezca, los investigadores japoneses sugieren que ha llegado el momento de dejar de enfatizar la resistencia al estrés. En un estudio reciente, encontraron que los empleados sensibles y ansiosos pueden ser mucho más productivos y eficientes que sus compañeros calmados y "duros".
¿Cómo es esto? El mundo empresarial siempre ha valorado a aquellos que pueden resistir la presión sin perder la calma. Pero en este estudio, realizado con 296 empleados, los resultados fueron sorprendentes. Aquellos con alta sensibilidad (aproximadamente el 26% de los participantes) mostraron mejores resultados en las relaciones con sus compañeros, fueron más atentos con las tareas y a menudo se convirtieron en los empleados más confiables.
¿Por qué es así? Bajo estrés, las personas sensibles no se rompen. Al contrario, se vuelven más concentradas, empáticas y atentas. Estas cualidades ayudan a establecer relaciones de confianza más fuertes dentro del equipo, lo que, a su vez, aumenta la productividad general. Después de todo, las buenas relaciones en equipo son la clave del éxito, y alguien que entiende y siente las emociones de los demás siempre podrá establecer vínculos más fuertes.
"¿Cómo puede ser efectivo alguien que siempre está ansioso?", podrías preguntar. La respuesta es simple: el estrés en sí mismo no es el enemigo. El problema está en cómo lo manejamos. Y resulta que las personas ansiosas y sensibles pueden ser más exitosas en este sentido. Su equilibrio interno a menudo las guía en la dirección correcta, y pueden encontrar soluciones incluso en las situaciones más estresantes porque sus reacciones son más reflexivas y conscientes.
Además, su alto nivel de empatía es otro gran beneficio. Aunque el estrés se vea de manera negativa, si alguien lo maneja bien, puede convertirse en una fuente de fortaleza, lo que no es el caso para muchos de sus compañeros menos sensibles.
Es hora de que los gerentes reconsideren su enfoque. Si lideras un equipo y buscas formas de mejorar el rendimiento, tal vez deberías reconsiderar los criterios tradicionales de selección. Resulta que los empleados ansiosos no son los que deben ignorarse o alejarse del grupo. Son verdaderos activos, y su sensibilidad puede convertirse en un elemento clave para el éxito de la empresa.
Así que tal vez sea hora de replantearse cómo se seleccionan a los candidatos. En un mundo donde la inteligencia emocional y el trabajo en equipo son más importantes que las habilidades analíticas rígidas y la resistencia "a prueba de acero", los verdaderos trabajadores sensibles y empáticos podrían ser los que lideren el camino.
La sensibilidad no es una debilidad. De hecho, en muchas situaciones, puede ser una fortaleza. La empatía, la capacidad de comprender y apoyar a los compañeros, la atención al detalle y el deseo de hacer un trabajo excelente son cualidades que hacen que las personas sensibles no solo sean buenos empleados, sino activos valiosos para cualquier negocio. Ya es hora de reconocer que el mundo no está compuesto solo por "nervios de acero", y que las personas sensibles podrían ser las que impulsen el progreso hacia adelante.
Así que no tengas miedo de mostrar tu sensibilidad: ¡puede ser la clave para avanzar en tu carrera!
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