Escena conocida: estás junto a la máquina de café, taza en mano, con la mente llena de fechas límite, correos pendientes y… el eco de la conversación matutina con tu jefe. Él dijo algo, tú respondiste — parecía inocente, pero tras su mirada deseaste haber tomado un curso de diplomacia.
Escena conocida: estás junto a la máquina de café, taza en mano, con la mente llena de fechas límite, correos pendientes y… el eco de la conversación matutina con tu jefe. Él dijo algo, tú respondiste — parecía inocente, pero tras su mirada deseaste haber tomado un curso de diplomacia.
Bienvenido al juego corporativo donde cada palabra puede ser un ascensor hacia el éxito o un viaje directo a contabilidad.
Deja de jugar a la suerte. Aquí tienes 7 frases que suenan a suicidio profesional. Y no solo eso: te damos alternativas claras y efectivas.
Cómo suena: No tengo vida personal, tómame completo.
Cómo decirlo mejor: «Durante el horario laboral estoy plenamente comprometido y listo para resolver tareas».
Por qué: Porque valoramos la productividad, no el agotamiento.
Cómo suena: Que arda, pero que no sea en mi terreno.
Cómo decirlo mejor: «No he enfrentado esto antes, pero puedo aprender si hace falta».
Por qué: La flexibilidad no es debilidad, es señal de profesionalismo.
Cómo suena: Estoy ofendido, voy a montar un espectáculo.
Cómo decirlo mejor: «¿Podría explicarme la lógica detrás de esta decisión? Quiero entender».
Por qué: Porque los hombres resuelven problemas, no se quedan atrapados en quejas.
Cómo suena: Soy fuerte... pero estoy a punto de explotar.
Cómo decirlo mejor: «Lo manejo, pero no rechazaría un consejo para hacerlo mejor».
Por qué: Reconocer dificultades es tomar el control, no perder la dignidad.
Cómo suena: Estoy atrapado en el pasado y no quiero cambiar.
Cómo decirlo mejor: «Esta forma me funciona, pero estoy abierto a otras opciones».
Por qué: Porque el progreso no se lleva bien con la terquedad.
Cómo suena: Leer la mente no funciona.
Cómo decirlo mejor: «Quiero crecer. ¿En qué debo enfocarme para avanzar?»
Por qué: Los jefes valoran la ambición, no las dramas pasivas.
Cómo suena: El jefe es niñera y yo soy incapaz.
Cómo decirlo mejor: «Tengo tres propuestas para resolver el problema. ¿Cuál prefiere usted?»
Por qué: Porque la iniciativa es la moneda del siglo XXI.
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