No eres tacaño. No eres mezquino. Solo quieres que te devuelvan tu propio dinero. Pero en cuanto empiezas a pensar en cómo recordarle la deuda a un amigo sin ser invasivo, te sientes como un cobrador de deudas disfrazado o como alguien quejumbroso obsesionado con las cuentas. ¿Te suena?
No eres tacaño. No eres mezquino. Solo quieres que te devuelvan tu propio dinero. Pero en cuanto empiezas a pensar en cómo recordarle la deuda a un amigo sin ser invasivo, te sientes como un cobrador de deudas disfrazado o como alguien quejumbroso obsesionado con las cuentas. ¿Te suena?
Entonces, es hora de hablar como adulto. Aquí te explico cómo recordar una deuda sin perder la dignidad, la paciencia — y quizá hasta al amigo.
Antes de marcar su número o enviar ese mensaje de “Hola, oye…”, pregúntate honestamente: ¿para qué quiero esto?
Si lo que importa es el dinero — es lógico, tú lo ganaste. El objetivo es recuperarlo.
Si lo que importa es la amistad — tal vez conviene “perdonar” y aprender la lección.
Si lo que importa es tu autoestima — vale la pena expresarte para no quedarte con mal sabor de boca.
Querer obtener todo al mismo tiempo — dinero, amistad y paz interior — suele acabar con la pérdida de los tres. Así que elige tu prioridad.
Táctica 1: El disco rayado
Repite la misma frase varias veces con diferentes tonos:
“Oye, necesito que me devuelvas la deuda para el viernes.”
“Entiendo que a veces hay dificultades, pero aun así — para el viernes.”
“No es negociable — para el viernes, por favor.”
La cortesía fría y la calma son tus aliados.
Táctica 2: No dejes que la conversación se desvíe
Si empieza un aluvión de quejas, historias de vida difícil o un silencio resentido, vuelve la charla al punto inicial:
“Entiendo que no estés pasando por un buen momento, pero primero resolvamos el tema de la deuda.”
A veces la cantidad es pequeña y el amigo es alguien cercano, con quien has pasado mucho. Entonces tienes tres opciones:
Acéptalo mentalmente como un “regalo” por el bien de la relación.
No vuelvas a prestar dinero. Nunca.
Tómatelo como un trueque informal: hoy tú, mañana él.
Pero sea lo que sea que elijas — no guardes resentimiento en silencio. Eso es veneno para cualquier amistad.
No tienes que justificarte ni inventar un drama tipo “necesito urgente el dinero para operar al gato”. Puedes simplemente decir:
“Me prometiste devolverme el dinero hace un mes. Me da pena recordártelo, pero honestamente me molesta que aún no lo hayas hecho.”
Con calma. Sin ataques. Pero con claridad.
Si la persona es adulta, entenderá. Si se ofende, quizás no valoraba tanto su relación.
No vivimos en un cuento de hadas. En la vida real, incluso los buenos amigos olvidan, posponen, ignoran. Y tu tarea no es ser cómodo y silencioso, sino respetarte a ti mismo.
En un mundo ideal, la gente devuelve las deudas por sí sola. En el mundo real, el recordatorio puede ser un filtro: quién está realmente a tu lado y quién solo cuando le conviene.
Así que habla. Con calma. Con madurez. Y recuerda: la verdadera amistad resiste no solo las fiestas alegres, sino también las conversaciones honestas sobre dinero.
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