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¿Depende nuestra felicidad de la frecuencia con la que tenemos sexo?

Puedes ganar dinero, estar en buena forma e incluso conducir un Porsche. Pero en algún momento te alcanza esa pregunta interna: «¿Estoy bien con mi vida sexual?» Especialmente cuando un amigo, con una cerveza en mano, te dice: «Ayer con María, tres veces seguidas». Y empiezas a pensar: ¿Será realmente la frecuencia del sexo lo que define tu masculinidad?

Puedes ganar dinero, estar en buena forma e incluso conducir un Porsche. Pero en algún momento te alcanza esa pregunta interna: «¿Estoy bien con mi vida sexual?» Especialmente cuando un amigo, con una cerveza en mano, te dice: «Ayer con María, tres veces seguidas». Y empiezas a pensar: ¿Será realmente la frecuencia del sexo lo que define tu masculinidad?

Spoiler: no.

Sexo no es igual a felicidad (sin contexto)

Existe una fórmula mediática muy arraigada: si un chico tiene una vida sexual intensa, es un ganador. Publicidad, series, redes sociales — todos repiten: ¿quieres ser un alfa? Haz el amor más seguido. Pero la verdad es que una tormenta en la cama no siempre significa calma en el alma.

El sexo sin intimidad es como el deporte sin placer. Puedes tener sexo todos los días, pero si no hay emociones, confianza y deseo, no sirve de mucho. Y al revés: una noche sincera con una chica, donde hay más que cuerpos, puede darte energía para semanas.

¿Qué dice la ciencia?

Un estudio de 2015 (no solo info de bloggers) mostró que el mayor nivel de satisfacción está en parejas que tienen sexo una vez a la semana. Más que eso casi no añade felicidad. Y si te obligas, puede ser peor.

El sexo programado se convierte en rutina. Aparece la sensación de deber en lugar de deseo. Disminuye el apetito sexual. Y en vez de un «wow», queda un «bueno, está bien».

Calidad > Cantidad

Lo que realmente influye en tu satisfacción sexual y vital:

Intimidad emocional. Si te entienden y aceptan, ya es la mitad del placer.
Seguridad. Poder ser tú mismo sin jugar al «hombre máquina».
Reciproca. El sexo no debe ser un monólogo. No estás en una cita con una muñeca inflable.
Diálogo abierto. Saber hablar tranquilamente de deseos y límites.
Ligereza y espontaneidad. El sexo no es una obligación que cumplir, sino una interacción viva.

¿Y si hace tiempo que no tienes sexo?

Tranquilo. Todos pasan por etapas donde la intimidad queda en segundo plano — estrés, cambio de trabajo, peleas. Lo importante es cómo te sientes. Si la vida está plena en otros aspectos, está bien.

Pero si la ausencia de sexo te genera rabia, ansiedad o complejos, es momento de profundizar. Quizás el problema no sea el sexo en sí, sino la falta de tacto, aceptación o autoestima. Y ahí no hace falta una pastilla, sino una charla honesta y valiente contigo mismo.

Deja de compararte

El deporte más inútil es competir en sexo. Alguien dirá: «Esta semana tuve cinco» — y tú te sentirás menos. Pero no comes la dieta de otro ni sigues su rutina de entrenamiento. ¿Por qué comparar la vida íntima?

La felicidad no está en los números. Está en la sensación: te sientes bien, tienes confianza en ti mismo y eres honesto en tus relaciones. Todo lo demás es ruido.

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