El ser humano moderno vive bajo la ilusión de que es posible alcanzar un estado de satisfacción total. Creemos que existe una combinación específica de logros y posesiones que, una vez obtenida, nos traerá felicidad absoluta. Sin embargo, la realidad demuestra lo contrario: a todo el mundo le falta algo.
El ser humano moderno vive bajo la ilusión de que es posible alcanzar un estado de satisfacción total. Creemos que existe una combinación específica de logros y posesiones que, una vez obtenida, nos traerá felicidad absoluta. Sin embargo, la realidad demuestra lo contrario: a todo el mundo le falta algo.
Al hablar con miles de personas, sin importar su estatus, siempre se revela lo mismo: nadie está completamente satisfecho. Pensamos que si arreglamos un solo aspecto de nuestra vida, todo se equilibrará, pero en cuanto conseguimos un objetivo, aparece un nuevo vacío que exige ser llenado.
Los pobres sueñan con la riqueza, creyendo que resolverá todos sus problemas. Los ricos lamentan no haber disfrutado más de la vida mientras perseguían más dinero.
Ascender en una empresa brinda estabilidad, pero convierte a las personas en esclavas del éxito. El emprendimiento promete libertad, pero trae consigo incertidumbre constante. Los empleados envidian a sus jefes, pensando que ganan mucho sin hacer nada. Los jefes envidian a los empleados, que pueden desconectarse del trabajo cuando terminan su jornada.
Las mujeres se quejan de la presión social y luchan por liderar. Los hombres están agotados por la responsabilidad y desean una vida más simple.
Los que se casan jóvenes lamentan no haber disfrutado más de su juventud. Los que permanecen solteros lamentan no haber encontrado el amor antes.
Los que no tienen hijos sienten que les falta algo. Los padres desean haber tenido más hijos, menos hijos, hijos de otro género o haberlos tenido en otro momento. Nadie está completamente seguro de haber tomado la decisión correcta.
Los viajeros incansables anhelan la calidez de un hogar fijo. Los que nunca viajan sienten que se han perdido de la vida.
Los desconocidos anhelan el reconocimiento. Las celebridades sufren por la falta de privacidad. Cuando la fama se desvanece, temen ser olvidadas.
Los empresarios buscan poder político, creyendo que les dará más riqueza e influencia. Los políticos desean regresar al mundo de los negocios, donde el dinero es más fácil de ganar.
Los que toman riesgos lamentan sus heridas, mientras que los cautelosos envidian a los aventureros. Los creyentes pierden la fe, mientras que los ateos temen haberse equivocado todo el tiempo.
No importa qué camino tomemos, siempre parecerá el equivocado. Los especialistas envidian a los generalistas, mientras que los generalistas lamentan no haber dominado una sola cosa profundamente.
Al final del día, todos lamentamos algo. No importa cuánto tengamos, nunca será suficiente—y cuanto más obtenemos, más fuerte es la sensación de que hemos sido engañados para perseguir un ideal inalcanzable.
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