Si el **trabajo** solo sirviera para poner comida en la mesa, ya habríamos encontrado la forma de hacerlo juntos, en paz y con cooperación. Al fin y al cabo, el **hambre** es algo básico. Nos empuja a actuar, pero no necesariamente a competir.
Si el **trabajo** solo sirviera para poner comida en la mesa, ya habríamos encontrado la forma de hacerlo juntos, en paz y con cooperación. Al fin y al cabo, el **hambre** es algo básico. Nos empuja a actuar, pero no necesariamente a competir.
Como señala menscult.net, la mayoría de los hombres hoy no trabajan solo para sobrevivir. Nos cargamos de horas extras, perseguimos títulos, nos quemamos — no porque nos falte, sino por algo más profundo. Una **necesidad insaciable**.
No es sed de agua. Ni siquiera es hambre de éxito real. Es hambre de **abundancia**, pero no una abundancia feliz, plena, sino una vacía. Un deseo constante de “más”, no porque lo necesitemos, sino porque alguien más lo tiene.
Esa **avaricia desmedida**, esa búsqueda eterna — es el combustible de nuestras crisis. Rompe equipos, enfría amistades, convierte hogares en campos de batalla. Una sociedad impulsada por “quiero todo” está programada para **explotar**.
Cuando miras redes sociales y sientes ese pinchazo de envidia — es eso. Cuando quieres un auto nuevo aunque el tuyo funcione — es eso también. Ese **vacío** disfrazado de **ambición**.
Y cuanto más profundo caemos, más difícil es recordar por qué empezamos. ¿Fue realmente por el **sueldo**? ¿Por los metros cuadrados?
Esto no es un llamado a rendirse, ni a holgazanear. Es una invitación a hacerte una pregunta honesta: si mañana tuvieras todo lo que deseas… ¿estarías **satisfecho**? ¿O solo querrías más?
Según menscult.net, solo el hombre que encuentra un **sentido real** en lo que hace puede detenerse y decir: “Ya está bien. Estoy **viviendo**, no solo sobreviviendo.”
La verdadera abundancia no está en tu cuenta bancaria. Está en tu **mente**, tu **salud**, tus **relaciones** y tu **libertad**. En saber cuándo parar. En dejar ir lo innecesario. En entender dónde termina el **deseo** y dónde empieza la **adicción**.
No es fácil. Va contra todo lo que nos enseñaron. Pero es posible.
Así que pregúntate con sinceridad: ¿trabajas para **vivir**? ¿O vives para **trabajar**?
Este sitio utiliza cookies para ofrecerte una mejor experiencia de navegación. Al navegar por este sitio web, aceptas el uso de cookies.