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¿Cómo afecta el alcohol nuestras emociones? ¿Ciencia o mito?

El alcohol no es solo una bebida; es un verdadero catalizador emocional, capaz de desencadenar una amplia gama de sentimientos, desde la relajación hasta la agresividad. Esta afirmación encontró confirmación científica en un estudio realizado por psicólogos británicos, quienes decidieron explorar cómo los diferentes tipos de alcohol afectan nuestro estado emocional. La curiosidad científica, en particular la de Mark Bellis de Cardiff, llevó a más de 30.000 personas en todo el mundo a responder preguntas sobre qué bebidas consumen y cómo se sienten después.

El alcohol no es solo una bebida; es un verdadero catalizador emocional, capaz de desencadenar una amplia gama de sentimientos, desde la relajación hasta la agresividad. Esta afirmación encontró confirmación científica en un estudio realizado por psicólogos británicos, quienes decidieron explorar cómo los diferentes tipos de alcohol afectan nuestro estado emocional. La curiosidad científica, en particular la de Mark Bellis de Cardiff, llevó a más de 30.000 personas en todo el mundo a responder preguntas sobre qué bebidas consumen y cómo se sienten después.

Cerveza: relajación y energía inesperada

La cerveza, la bebida favorita de millones, se asocia principalmente con sensaciones de confort y relajación. Aproximadamente el 50% de los encuestados admitió que la cerveza les brinda una sensación de calma, y casi la mitad se siente más segura de sí misma. Pero no todo es tan simple: el 25% de los amantes de la cerveza experimentan una inquietante sensación de inquietud y un repentino aumento de energía, como si quisieran mover montañas. O al menos subir las escaleras a pie.

Vino tinto: ¿fatiga y... rabia?

Para la mayoría, el vino tinto está asociado con la comodidad y la relajación. Más del 60% de los encuestados afirman que una copa de vino tinto les hace sentir cansancio, lo que generalmente compensan con una perezosa noche en casa. Sin embargo, el 7% de los afortunados (o desafortunados) confiesan que el vino provoca arrebatos repentinos de agresividad y el deseo de iniciar una pelea. Parece que las pasiones en una copa de vino tinto a veces pueden salirse de control.

Vino blanco: incertidumbre en todo

El vino blanco resultó ser el más misterioso de todas las bebidas. Su efecto en el estado emocional es difícil de describir: no genera una relajación clara ni una repentina vitalidad. Las personas pueden sentir una ligera incertidumbre: si ir a dormir, llamar a su ex o finalmente deshacerse del viejo árbol de Navidad.

Alcohol fuerte: emociones al límite

¡Aquí es donde comienza la verdadera montaña rusa emocional! Vodka, coñac, ron y otras bebidas fuertes despiertan la bestia interior. Casi el 30% de los encuestados admitieron que después de consumir alcohol fuerte sienten el impulso de comenzar una pelea, incluso si normalmente son las personas más pacíficas. Las bebidas fuertes también suelen hacer llorar a las personas y, en general, les hacen sentir mal. Tal vez por eso son tan populares en las fiestas: las emociones están garantizadas.

Conclusiones interesantes

El estudio arrojó varios datos interesantes, que podrían ser útiles durante tu próxima conversación filosófica con unos tragos de más:

Más del 50% de los encuestados se sienten increíblemente seguros y llenos de energía después de beber alcohol. Sí, el alcohol puede inspirarte a grandes hazañas, como decidirte a comerte una hamburguesa y escribir una gran publicación en redes sociales al respecto.
Casi el 42% admitió que el alcohol despierta su deseo sexual. Y por este hecho, estamos especialmente agradecidos a los científicos británicos.
Las mujeres experimentan una amplia gama de emociones, pero la agresividad no es su punto fuerte. Aunque esto no explica quién te llama a las 3 a.m. después de una ruptura, amenazando con predecir tu futuro en detalle.
La agresividad se siente más comúnmente en aquellos que beben solo ocasionalmente o en aquellos que no conocen sus límites. Estos últimos, por cierto, experimentan la gama más amplia de emociones, desde la felicidad hasta la desesperación.

El alcohol afecta nuestras emociones, y hay una base científica y un toque de mito en ello. Qué emoción te evoca una bebida en particular depende de una variedad de factores, desde tu estado de ánimo hasta tu entorno. Pero lo que es seguro es que, en algún momento, cada uno de nosotros se ha sentido como el rey del mundo con una copa en la mano.

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