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Cómo la inmadurez emocional puede apagar el deseo de una mujer

Y, aunque suene gracioso, hay mucha verdad en eso. Porque el deseo sexual no se basa solo en la atracción física. Cuando un hombre se niega a asumir responsabilidades cotidianas –ya sea en casa o en la vida en común–, el deseo de su pareja puede apagarse lentamente

Existe un chiste que dice: "No hay nada que excite más a una mujer que ver a un hombre lavando los platos."
Y, aunque suene gracioso, hay mucha verdad en eso. Porque el deseo sexual no se basa solo en la atracción física. Cuando un hombre se niega a asumir responsabilidades cotidianas –ya sea en casa o en la vida en común–, el deseo de su pareja puede apagarse lentamente... hasta desaparecer.


Cuando las tareas domésticas matan el deseo

No existe una receta universal para una buena relación. Cada pareja encuentra su propio equilibrio. Eso es precisamente lo que hace únicas a las relaciones.

Un ejemplo clásico es el modelo tradicional patriarcal: el hombre trabaja, la mujer cuida del hogar y los hijos. Hoy en día esto es menos común, pero si ambas partes están de acuerdo y se respetan, puede funcionar.

El problema real aparece cuando ambos trabajan fuera de casa, pero todas las responsabilidades del hogar siguen recayendo sobre ella: limpiar, cocinar, comprar, planear vacaciones, recordar cumpleaños, hacer las citas médicas, organizar celebraciones familiares…

Ahí es cuando el deseo comienza a desgastarse.


Cuando el hogar se convierte en un segundo trabajo

Vivimos en tiempos del llamado neo-patriarcado: ambos miembros de la pareja trabajan, pero la mujer carga además con toda la organización emocional y logística del hogar. A eso se le llama carga mental (o mental load).

No se trata solo de hacer cosas, sino de pensarlas, planificarlas y recordarlas todas al mismo tiempo.

Con el tiempo, eso agota. Ella deja de sentirse como pareja o amante… y pasa a ser la jefa de operaciones del hogar.
¿Y qué pasa cuando estás agotada? Que no hay energía para la pasión ni para el juego. El sexo se convierte en otra tarea más de la lista.


La carga mental: el deseo se apaga en silencio

No se trata solo de lavar los platos. Se trata de pensar en todo:
los deberes escolares, los regalos de cumpleaños, las vacaciones, las compras, los pagos, los médicos, la comida del perro…
Todo eso va sumando y genera una tensión silenciosa.

Muchas mujeres lo hacen por costumbre, por inercia o porque sienten que "ellas lo hacen mejor". Pero si no hay colaboración ni reconocimiento, surge el resentimiento. Y lo peor es cuando el hombre se desentiende o dice que no sabe qué hacer. Ahí deja de ser visto como pareja… y empieza a parecerse a un hijo más.


Cuando ella ya no ve a un hombre, sino a alguien que cuidar

Una relación sana se basa en el equilibrio emocional y práctico.
Ambos aportan, ambos sostienen.
Pero si ella lo hace todo sola, él empieza a ocupar un lugar infantil en su mente.

Y eso es peligroso. Porque una madre no desea sexualmente a su hijo. Puede sentir ternura, compasión o cariño… pero no atracción.
Y si él no cambia esa dinámica, ella se apaga emocional y físicamente.


¿Qué puede hacer un hombre para recuperar el deseo?

1. Hablar sin atacar

La clave no es acusar, sino abrir una conversación sincera. Si ella dice "me siento sola en esto", no lo veas como un reproche, sino como un grito de ayuda. Escúchala con empatía, no con defensiva.

2. Repartir tareas de forma real

Ayudar no es "echar una mano", es corresponsabilidad.
Si ella cocina, tú limpias. Si ella organiza el viaje, tú gestionas el transporte.
La equidad genera descanso. Y el descanso abre espacio al deseo.

3. Entender que el deseo empieza fuera del dormitorio

El deseo nace en lo cotidiano: cuando ella se siente vista, valorada y acompañada.
Un hombre que participa, que toma la iniciativa y está presente… resulta profundamente atractivo.
Uno que espera instrucciones o se comporta como un niño... no tanto.

4. Pedir ayuda profesional no es fracaso

Si las conversaciones siempre terminan en reproches o frustración, un terapeuta de pareja puede ayudar.
No es un juez, sino un traductor emocional que facilita el entendimiento.


El deseo necesita equilibrio

Cuando una mujer se siente sobrecargada, sola o como una "madre sustituta", el deseo desaparece.
Pero cuando hay comunicación, reparto real de responsabilidades y conexión emocional… el deseo vuelve.

Y si, después de hablar, él sigue sin querer cambiar nada, entonces quizás toca preguntarse:
¿Vale la pena seguir en una relación que solo una persona sostiene?

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