¿Sin dinero para un buen médico? Videollamada. ¿Sin acceso a una buena escuela? Clases por Zoom. ¿Sin recursos para terapia? Chat con un bot y emojis. ¿Soledad? Una mascota digital en tu tablet.
Hubo un tiempo en que estar “conectado” era símbolo de modernidad.
Hoy es solo otra forma elegante de decir: no tienes otra opción.
¿Sin dinero para un buen médico? Videollamada.
¿Sin acceso a una buena escuela? Clases por Zoom.
¿Sin recursos para terapia? Chat con un bot y emojis.
¿Soledad? Una mascota digital en tu tablet.
Eso no es el futuro.
Eso es la pobreza disfrazada de tecnología.
La comodidad digital se ha convertido en el nuevo signo de precariedad.
Cuando un algoritmo te diagnostica,
cuando tu “amigo” es un gato animado llamado Sox,
cuando tu día pasa entre pantallas, no estás progresando.
Estás sobreviviendo en el infierno de lo virtual.
Mientras tanto, los ricos…
Los ricos se desconectaron.
Ellos tienen tutores privados, no videolecciones.
Entrenadores reales, no apps de fitness.
Comida casera de chef, no delivery por app.
Conversaciones humanas, no notificaciones.
¿Crees que el nuevo iPhone te hace parte de la élite?
No, amigo. Es tu correa digital.
Te vigila, te controla, te ocupa.
Te mantiene ocupado consumiendo para que no tengas tiempo de pensar.
Y mientras tú presumes tu teléfono a crédito,
otro hombre almuerza tranquilo, sin mirar la pantalla.
El verdadero privilegio hoy no es tener el último gadget.
Es no necesitarlo.
Es poder decir:
— No tengo WhatsApp.
— No contesto correos después de las 5.
— No estoy disponible.
Eso, ahora, es poder.
Los hijos de los ricos no usan pantallas: usan la imaginación.
Sus padres no mueren solos frente a una app: mueren acompañados.
Ellos no piden validación en redes: tienen identidad sin likes.
Puedes pagar por contenido.
Puedes alquilar experiencias.
Pero el afecto, la atención real, la presencia física...
Eso no se compra por suscripción.
Eso es lo que hoy separa a los que viven detrás de la pantalla,
de los que viven la vida de verdad.
La nueva élite no se mide por cuántas apps tiene.
Sino por cuántas ignora.
Hoy ser poderoso es poder desaparecer.
Ir a cenar sin postearlo.
Tener tiempo, no seguidores.
Estar presente, no disponible.
Los pobres compran iPhones.
Los ricos compran silencio.
Y tú, ¿qué compraste esta semana?
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