Cajero automático, taxista, pañuelo para lágrimas, mozo de mudanzas, niñero… los roles que un hombre puede jugar en ciertas “relaciones” son de lo más variados. Pero amor, lo que se dice amor, hay bien poco.
Cajero automático, taxista, pañuelo para lágrimas, mozo de mudanzas, niñero… los roles que un hombre puede jugar en ciertas “relaciones” son de lo más variados. Pero amor, lo que se dice amor, hay bien poco. Millones de hombres en todo el mundo se enfrentan a lo mismo: ella está físicamente presente, pero emocionalmente ausente. ¿Por qué? Porque no eres su pareja, eres su recurso. ¿Cómo darte cuenta a tiempo? Aquí tienes 6 señales claras de que estás siendo parte de un guion… y no del bueno.
Eres tú quien inicia la conversación. Tú llamas. Tú propones planes. ¿Y ella? “Estoy ocupada”, “tal vez luego”, o simplemente silencio. Hasta que necesita algo… entonces aparece sonriendo, con una petición en la mano. Si todo va en una sola dirección, eso no es una relación: es atención al cliente.
Si está más interesada en cuánto ganas, dónde vives o qué coche conduces que en tus pensamientos, sueños o valores… es fácil: no te ve como persona, sino como inversión. Peor aún si se molesta cuando no recibe regalos o se desanima si no le compras algo caro.
Ella siempre tiene mucho que contar: dramas, quejas, decepciones. Tú escuchas. Pero si intentas hablar de tus propios problemas, se impacienta o cambia de tema. Porque para ella no eres una persona con emociones — eres una herramienta: “escucha, ayuda, resuelve”.
¿Cariño físico? Casi inexistente. ¿Expectativas? Muchas. Si no recibes afecto, cercanía ni conexión, pero aun así te pide regalos, atención y favores… no es amor. Es patrocinio con disfraz de relación.
Habla seguido de su ex: que era exitoso, generoso, atento. ¿Y tú? Estás ahí porque “no quiere estar sola”. Pero no eres él — y eso se nota. Si encima sigue escribiéndole… lo siento, eres el plan B.
Dices “no” — se ofende. No puedes ayudar — “eres egoísta”. Te vas por trabajo — “la dejas sola”. Estas mujeres dominan el arte de la manipulación. Y su arma favorita es tu culpa. Cuanto más bueno y empático eres, más te exprimen.
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