Te esfuerzas en la relación: la apoyas, renuncias a tus deseos, te adaptas… y, aun así, ella parece no notar todo lo que haces. ¿Te suena familiar? Muchas veces no se trata de que estés haciendo algo mal, sino de ciertas costumbres que, sin darte cuenta, generan un desequilibrio. Aquí tienes cinco de ellas: identifícalas y cambia el rumbo.
Te esfuerzas en la relación: la apoyas, renuncias a tus deseos, te adaptas… y, aun así, ella parece no notar todo lo que haces. ¿Te suena familiar? Muchas veces no se trata de que estés haciendo algo mal, sino de ciertas costumbres que, sin darte cuenta, generan un desequilibrio. Aquí tienes cinco de ellas: identifícalas y cambia el rumbo.
Piensas: «Si me callo, evitamos discutir». Pero el silencio no soluciona nada. Cuando dices «todo bien» mientras acumulas dolor por dentro, le enseñas a no prestar atención a tus emociones. Y si no sabe que algo anda mal, no podrá hacer nada al respecto.
Consejo: aprende a reconocer tus emociones y exprésalas con calma. Por ejemplo: «Cuando cancelas nuestros planes a última hora, me decepciona porque estuve esperando todo el día. ¿Podrías avisarme con más antelación la próxima vez?» No se trata de culparla, sino de ayudarla a comprenderte. Si hay respeto en la relación, te escuchará.
Cancelas tus propios planes para ajustarte a los suyos, pero ella no hace lo mismo por ti. Así, sin querer, le das a entender que tu tiempo siempre está disponible. Con el tiempo, te sientes agotado y frustrado… y la culpa es de tus propias concesiones.
Consejo: resérvate momentos que sean solo tuyos —deporte, amigos, hobbies. Si ella propone verse en ese horario, responde con tranquilidad: «Ya tengo algo planeado, ¿te parece si lo movemos?» No romperás la relación, la harás más saludable y equilibrada.
«¡Debería darse cuenta de que estoy cansado!» ¿Te ha pasado? Ni siquiera la mujer más atenta tiene poderes mentales. Esperar en silencio que entienda tus necesidades solo genera malentendidos y resentimiento.
Consejo: expresa abiertamente cómo te sientes y lo que necesitas. Por ejemplo: «Hoy estoy agotado, ¿te parece si solo descansamos juntos en silencio?» Comunicar con claridad es señal de madurez. Y si aun así te ignora, quizá sea momento de cuestionar si la relación es recíproca.
¿Empiezas frases diciendo «Es una tontería, pero…» o «Seguro estoy diciendo una estupidez…»? Eso le da a entender que ni tú mismo valoras lo que piensas. Y con el tiempo, ella también deja de hacerlo.
Consejo: habla con seguridad y sin disculpas innecesarias. En lugar de decir «Sé que suena ridículo, pero ¿vamos a ese café de gatos?» di: «Me gusta ese lugar, ¿vamos hoy?» No es arrogancia, es autoestima. Y créeme, ella lo notará.
«El amor verdadero no espera recompensas» — suena bonito, pero en la vida real, todos necesitamos sentirnos valorados. Si haces mucho por ella y no recibes ni un "gracias", te vas apagando por dentro.
Consejo: expresa honestamente tus necesidades. No como exigencia, sino como una invitación al entendimiento: «Me haría bien que me dijeras que valoras lo que hago por nosotros.» Es un pedido válido, no una queja. Si después de eso nada cambia, piensa si vale la pena seguir invirtiendo en alguien que solo sabe recibir.
Este sitio utiliza cookies para ofrecerte una mejor experiencia de navegación. Al navegar por este sitio web, aceptas el uso de cookies.