En el mundo de los negocios, es común encontrar una situación en la que un técnico—una persona que entiende profundamente las tecnologías y los procesos—de repente decide que puede gestionar con éxito la empresa en la que ha trabajado durante años. Piensa: "Estuve allí cuando se construyó todo, así que entiendo cómo funciona. ¡Por qué no? ¡Puedo hacerlo yo solo!" Sin embargo, la práctica muestra que tales experimentos a menudo llevan al fracaso. ¿Por qué? Vamos a analizarlo.
En el mundo de los negocios, es común encontrar una situación en la que un técnico—una persona que entiende profundamente las tecnologías y los procesos—de repente decide que puede gestionar con éxito la empresa en la que ha trabajado durante años. Piensa: "Estuve allí cuando se construyó todo, así que entiendo cómo funciona. ¡Por qué no? ¡Puedo hacerlo yo solo!" Sin embargo, la práctica muestra que tales experimentos a menudo llevan al fracaso. ¿Por qué? Vamos a analizarlo.
Al igual que en cualquier otra profesión, gestionar personas o un negocio requiere años de aprendizaje. Por ejemplo, para convertirse en médico, no basta con obtener un título. Se necesita acumular experiencia práctica, perfeccionar habilidades y asumir la responsabilidad de cada acción. Gestionar personas y empresas no es diferente: es un proceso complejo donde un “tornillo suelto” puede tener consecuencias fatales.
Puede parecer simple: asignar tareas, monitorear su ejecución y listo. Pero la realidad es muy diferente. La gestión requiere una comprensión profunda de la psicología humana, habilidades de comunicación, conocimiento de procesos, pensamiento estratégico y la capacidad de tomar decisiones rápidas en condiciones de incertidumbre. Cuando un técnico, acostumbrado a un algoritmo claro de acciones, intenta aplicar este enfoque a la gestión, el resultado a menudo es menos predecible que en el ámbito técnico.
Los técnicos son excelentes en entender tecnologías; saben cómo optimizar procesos, automatizar tareas rutinarias y mejorar la productividad. Pero esto no es suficiente para una gestión efectiva de personas y negocios. La gestión no trata de tecnologías; trata de personas. Las personas no son máquinas. Tienen emociones, ambiciones, y no siempre son predecibles o racionales. Por lo tanto, una gestión exitosa requiere habilidades que van mucho más allá de la formación técnica.
Cuando un técnico decide “tomar las riendas,” a menudo subestima la importancia de la comunicación interpersonal, la planificación estratégica y la gestión de conflictos. Los técnicos tienden a concentrarse en los detalles y los aspectos técnicos, perdiendo de vista el panorama general y los objetivos a largo plazo de la empresa.
A menudo, los técnicos comienzan a pelear con los gerentes por el liderazgo. Les parece que el gerente ha cumplido su parte y es hora de “girar el barco” en otra dirección. Sin embargo, esta lucha rara vez termina en éxito. Un gerente, como un capitán experimentado, sabe cómo navegar el barco a través de tormentas y evitar arrecifes ocultos. Sabe maniobrar entre los intereses de diferentes personas, mientras que un técnico, acostumbrado a tareas claras, se enfrenta a numerosas variables que no se pueden calcular con una fórmula.
Luchar contra un gerente profesional es como intentar enfrentarse a un perro guardián experimentado que te ha protegido de enemigos durante años. Al principio, el perro puede no entender tu motivación, luego puede morder ligeramente para indicarte que este no es el juego que deberías jugar. Pero una vez que se da cuenta de que hablas en serio, podría simplemente tomar el control, dejándote fuera de la escena y, tal vez, incluso tomando el control de la empresa.
Es importante entender que el éxito en un campo técnico no convierte automáticamente a alguien en un gerente exitoso. Todos deben enfocarse en su propia área. Un técnico puede volverse increíblemente exitoso si continúa innovando y mejorando los procesos en su campo. Pero cuando intenta asumir un rol de gerente, a menudo se encuentra con muchos factores impredecibles que no está acostumbrado a manejar.
Esto no significa que un técnico no pueda ser un buen líder. Pero para lograr esto, necesita aprender las habilidades que poseen los gerentes: ganar experiencia, estudiar la gestión de personas y comprender la psicología del equipo. El talento técnico y el arte de la gestión son dos mundos diferentes, y para tener éxito en ambos, uno debe dominar habilidades de ambas áreas.
Si eres un técnico con aspiraciones de gestión, vale la pena considerar seriamente si realmente estás listo para esto. Quizás sea mejor concentrarte en tu desarrollo técnico y dejar la gestión a un profesional. De esta manera, puedes mantener una empresa exitosa, aumentar la eficiencia y, lo más importante, evitar las consecuencias de decisiones de gestión erróneas.
Por el contrario, si eres un gerente, recuerda que los técnicos son la columna vertebral de tu empresa. Sin su conocimiento y habilidades, los procesos técnicos dejarán de funcionar. Pero es crucial separar los roles: cada uno debe hacer lo que mejor sabe hacer; solo así se puede alcanzar el verdadero éxito.
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