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VIDA

No estás roto. Ese consejo simplemente no era para ti

Vivimos en una era saturada de consejos. Abres tus redes sociales y te llueven recomendaciones: sé más productivo, descansa más, pasa más tiempo con tus hijos, trabaja tu inteligencia emocional. Todo suena lógico, pero hay un problema: los que más se esfuerzan por hacerlo bien son quienes más se toman estos mensajes en serio — aunque no sean para ellos.

Cuando los consejos bien intencionados solo te hacen sentir peor

Vivimos en una era saturada de consejos. Abres tus redes sociales y te llueven recomendaciones: sé más productivo, descansa más, pasa más tiempo con tus hijos, trabaja tu inteligencia emocional. Todo suena lógico, pero hay un problema: los que más se esfuerzan por hacerlo bien son quienes más se toman estos mensajes en serio — aunque no sean para ellos.

Eres el tipo que carga con trabajo, familia y responsabilidades. Que hace malabares con el día a día, sin tiempo ni para respirar. Y entonces alguien te suelta: “Deberías pasar más tiempo con tus hijos”. Como si no lo intentaras ya, cayendo rendido cada noche en medio del agotamiento. Ese consejo no ayuda — duele. Porque tu crítico interno ya está gritando bastante fuerte.

Cuando un consejo se siente como un reproche

La ironía es que los consejos de “asumir más responsabilidad” los reciben quienes ya están al límite. No delegas porque sabes que nadie lo hará como tú. Eres el que siempre resuelve, el que todos buscan. ¿Y aún así te dicen que “hay que dar más”? ¿En serio?

Mientras tanto, los que pasan el día procrastinando ni se inmutan. Para ellos, esos mensajes son ruido de fondo, nada más.

¿Y las emociones? También mal dirigidas

“Exprésate más”, “Sé más abierto”... Genial. Pero tú has aprendido a contenerte, a mantener el control, porque alguien tiene que hacerlo. Porque si tú te derrumbas, ¿quién sostiene todo? Mientras tanto, los que se quejan por costumbre usan estos consejos como excusa: “No me quejo, solo estoy siendo auténtico”.

La ironía de nuestra cultura del consejo

Vivimos en tiempos donde los mensajes correctos llegan a las personas equivocadas. Los que necesitan descansar siguen corriendo. Los que deberían tomarse las cosas en serio se escudan en el “yo soy así”.

Así que la próxima vez que veas un consejo flotando en internet, pregúntate: ¿Era realmente para mí? ¿O simplemente acabó en tu cabeza por error, perdido entre miles de publicaciones?

A veces, lo más sano no es “mejorarte” — es ignorar el ruido. No porque seas terco, sino porque ya estás haciendo más que suficiente. Y tal vez, el único consejo que sí necesitas ahora mismo es:

Ya eres suficiente. Respira.

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