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VIDA

Los fuertes no ceden ante la debilidad

En la juventud, creemos que somos especiales, que nuestra verdad es la única y absoluta. Estamos convencidos de que el mundo debe adaptarse a nosotros porque no somos como los demás. Pero la realidad tiene una manera de poner a prueba esta creencia. Golpea fuerte, a menudo cuando menos lo esperamos. Y muchos no soportan el golpe.

En la juventud, creemos que somos especiales, que nuestra verdad es la única y absoluta. Estamos convencidos de que el mundo debe adaptarse a nosotros porque no somos como los demás. Pero la realidad tiene una manera de poner a prueba esta creencia. Golpea fuerte, a menudo cuando menos lo esperamos. Y muchos no soportan el golpe.

¿Qué ocurre después? Aquellos que una vez despreciaron las mentiras y los compromisos comienzan a mentir. Los que juraron lealtad eterna empiezan a traicionar. Malos hábitos, manipulación, engaño: la lista sigue. La ambición se convierte en apatía, y los principios se disuelven en una niebla gris de concesiones.

El alma, antes orgullosa y vibrante, empieza a picar como una vieja herida. Miras tu reflejo en un charco turbio, y todo lo que sientes es asco. La decepción se convierte en tu segunda naturaleza.

Entonces aparece una nueva forma de justificarlo todo: la tolerancia. Empiezas a decir: "La vida es complicada", "Cada quien tiene derecho a su opinión", "El bien y el mal son relativos". Es más cómodo así. Pero, ¿debería llamarse esto sabiduría?

La verdadera tolerancia ocurre cuando tu inmunidad deja de funcionar. Tu cuerpo deja de luchar contra los virus, tu alma deja de luchar contra los vicios. Ya no distingues entre lo bueno y lo malo. Primero haces esto para justificar tus propios errores, y luego impones esta ideología a otros.

¡Pero! Hay quienes no se rinden. Sí, la vida es más fuerte que nosotros. Pero eso no significa que debamos convertirnos en una sombra miserable, culpando todo a la complejidad del mundo. Mantenerse firme, ser radical en tu búsqueda de lo mejor, no es una debilidad. Es una prueba de tu fuerza interior.

El mundo no se volverá más fácil. Pero la elección siempre es tuya: hundirte en el charco turbio de los compromisos o levantarte y seguir adelante, sin importar el dolor. No te conviertas en un NPC. Hay un fuego dentro de ti. No dejes que se apague.

Los fuertes no ceden ante la debilidad
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