En un mundo donde la religión suele ser un pilar fundamental, los países escandinavos han tomado un camino diferente. En esta región, la más secular del planeta, las personas han abandonado mayoritariamente la fe en poderes superiores, pero han logrado una calidad de vida asombrosa. ¿Qué los ayuda a sentirse más felices y vivir más tiempo que, por ejemplo, los ciudadanos de los muy religiosos Estados Unidos?
En un mundo donde la religión suele ser un pilar fundamental, los países escandinavos han tomado un camino diferente. En esta región, la más secular del planeta, las personas han abandonado mayoritariamente la fe en poderes superiores, pero han logrado una calidad de vida asombrosa. ¿Qué los ayuda a sentirse más felices y vivir más tiempo que, por ejemplo, los ciudadanos de los muy religiosos Estados Unidos?
Las investigaciones muestran que los escandinavos lideran en términos de felicidad y esperanza de vida. Experimentan menos pobreza, desigualdad de ingresos y tienen tasas más bajas de mortalidad infantil. Estos países parecen haber encontrado la fórmula perfecta para la armonía social.
Otro dato sorprendente: los niveles de violencia, criminalidad y agresión en Escandinavia son extraordinariamente bajos. Problemas como el acoso escolar o los conflictos armados prácticamente no existen. Además, los escandinavos destinan más gasto per cápita al bienestar social y a la ayuda a países pobres que la mayoría de las naciones.
Curiosamente, la conexión entre una baja religiosidad y una alta calidad de vida no es exclusiva de Escandinavia. Los países con menos personas religiosas suelen tener menores tasas de corrupción, mayores niveles de alfabetización y más tolerancia hacia las minorías. También tienden a involucrarse menos en conflictos armados.
Entonces, ¿qué causa este fenómeno? ¿Es el descenso de la religiosidad lo que impulsa a los gobiernos a cuidar mejor a sus ciudadanos, o es un sistema de bienestar sólido lo que reduce la necesidad de la religión? La verdad probablemente se encuentra en un punto intermedio.
Los ateos suelen creer que hacer el bien es una responsabilidad social, no algo dictado por la intervención divina. Por otro lado, cuando una sociedad se vuelve estable y segura, la necesidad de religión disminuye naturalmente. Este equilibrio escandinavo demuestra que el apoyo social ayuda a las personas a prosperar, y la estabilidad las hace más libres.
Para un hombre moderno que busca mejorar su vida y su entorno, este ejemplo es inspirador. Tal vez el secreto no está en las oraciones, sino en los sistemas que construimos con nuestras propias manos.
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