Todos hemos estado en esa situación: estás en un grupo de personas conocidas, la ocasión es agradable, pero te sientes como un extraño. Esa sensación extraña de que todos están en la misma onda mientras tú solo captas ruido.
Todos hemos estado en esa situación: estás en un grupo de personas conocidas, la ocasión es agradable, pero te sientes como un extraño. Esa sensación extraña de que todos están en la misma onda mientras tú solo captas ruido. Los hombres suelen esconder estos sentimientos, pensando: “No importa, lo superaré”. Pero seamos sinceros: a veces es útil saber cómo superar esa incomodidad y sentirse parte del grupo. Veamos cómo hacerlo.
Sentirse como un extraño es completamente normal, especialmente cuando eres nuevo en un grupo. Imagina que juegas al baloncesto o a un juego de mesa con personas desconocidas por primera vez. Hasta que encuentres puntos en común, es inevitable sentirse aislado. Pero recuerda: es solo un estado temporal, no un veredicto final. Lo importante es resistir la tentación de huir y darte tiempo para adaptarte.
Intentar parecer otra persona suele fracasar. Si actúas de forma poco natural, tendrás que estar constantemente vigilándote para no “revelarte”. Es mejor ser auténtico, incluso si no a todos les gusta. La ironía es que la autenticidad a menudo genera respeto. Las personas se sienten atraídas por aquellos que tienen confianza en sí mismos, incluso si sus opiniones son diferentes.
Tu lenguaje corporal es tu primer mensaje para los demás. Posturas rígidas, brazos cruzados y una expresión seria comunican: “No quiero hablar”. Endereza los hombros, adopta posturas abiertas y sonríe. Aunque al principio parezca forzado, con el tiempo te relajarás y tu confianza será natural.
La forma más sencilla de ganar simpatía es hacer preguntas. No sobre el clima o la política, sino sobre algo personal pero no invasivo. Por ejemplo: “¿Cuánto tiempo llevas con este pasatiempo?” o “¿Qué es lo que más te gusta de ello?”. A las personas les gusta hablar de sí mismas y apreciarán tu interés sincero.
La sensación de “no soy como ellos” a menudo proviene de buscar similitudes en lugar de aprender a valorar las diferencias. Nadie dice que tengas que adoptar las opiniones de los demás o renunciar a las tuyas. Pero la capacidad de respetar las opiniones ajenas hace que las conversaciones sean más profundas e interesantes.
Pertenecer a un grupo es un proceso, no un resultado instantáneo. Puede llevar varios encuentros encontrar puntos en común. Lo importante es estar abierto al diálogo y no cerrarte. Con el tiempo, te sorprenderá lo natural que es sentirte integrado en un grupo que al principio parecía ajeno.
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