No has ganado olimpiadas, no citas a Camus ni te has rapado para parecer Einstein? Tranquilo. Ser inteligente no es cuestión de apariencia. Es lo que llevas dentro. Y aquí van un par de noticias: primero, la inteligencia no siempre se mide solo con el coeficiente intelectual. Segundo, quizá eres más inteligente de lo que crees.
No has ganado olimpiadas, no citas a Camus ni te has rapado para parecer Einstein? Tranquilo. Ser inteligente no es cuestión de apariencia. Es lo que llevas dentro. Y aquí van un par de noticias: primero, la inteligencia no siempre se mide solo con el coeficiente intelectual. Segundo, quizá eres más inteligente de lo que crees.
Veamos junto a la ciencia cuáles son las características que delatan a alguien con una mente aguda y un poco diferente al resto.
¿Trabajas tres días y ya sueñas con dejarlo todo, mudarte a Islandia, abrir un bar y criar ovejas? Suena familiar. Según la psicóloga Alice Boyes, las personas inteligentes tienen una tolerancia catastróficamente baja a la rutina. Su cerebro descifra la tarea rápido y pierde interés. No es que seas flojo, sino que necesitas movimiento, pensar, probar cosas nuevas, cambiar. La monotonía es una tortura, especialmente cuando sabes que puedes dar más.
La señal de un inteligente no es quien aguanta, sino quien busca cambiar.
¿Trabajo en equipo? Seamos sinceros. O te callas porque te irrita la tontería que hay alrededor, o tomas todo el control. Y luego te enfadas porque nadie puede hacerlo como tú.
Alice Boyes asegura que los intelectuales tienen problemas para delegar. Prefieren hacerlo ellos mismos antes que confiar en alguien para quien la palabra “fecha límite” es un enigma filosófico. No es arrogancia, es que tu cerebro funciona más rápido y con mayor precisión. Además, tu perfeccionista interno no te deja relajarte.
Una persona inteligente no presume. Escucha. No porque sea educado, sino porque realmente le interesa. Nota las pausas, capta las entonaciones, saca conclusiones. Hace preguntas no por cumplir, sino para entender qué vive la otra persona.
Estas personas rara vez discuten por discutir, pero saben lanzar preguntas que dejan a la otra persona sin palabras… y a la vez la hacen pensar.
¿Y eso qué? ¿Significa que eres maleducado? No. Al contrario. Un estudio de la Universidad de Rochester mostró que las personas con amplio vocabulario de palabrotas, incluidas las groserías, suelen tener una alta flexibilidad cognitiva.
No temes a las emociones. Sabes cómo manejarlas. A veces un simple “¡mierda!” transmite más que todo un párrafo de un manual de ética.
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