Todos conocemos esa sensación: tienes metas, tienes sueños, pero no hay motivación para alcanzarlos. Es fácil culpar a las circunstancias, colegas, amigos o la vida misma, pero la verdad es más simple y dura: a veces simplemente no vemos el valor en lo que perseguimos. Y de inmediato surgen las excusas, pequeñas justificaciones que nos permiten posponer la acción. Aquí están las más comunes.
«No tengo tiempo»
Clásico. El tiempo es nuestro recurso más valioso y siempre lo encontraremos para lo que realmente importa. Si tu objetivo queda relegado por redes sociales, memes o YouTube, reconoce que no es lo suficientemente valioso para ti.
«No es el momento adecuado»
El momento perfecto nunca llegará. Siempre habrá distracciones y obstáculos. Si siempre buscas el «momento adecuado», tal vez ese objetivo no sea realmente necesario para ti.
«No tengo los conocimientos o habilidades»
Internet ofrece acceso a cualquier conocimiento y herramienta. Si el objetivo es realmente importante, encontrarás la manera de adquirir las habilidades necesarias. Si no, solo es una excusa.
«No tengo dinero»
Las finanzas rara vez son un obstáculo real. Crowdfunding, asociaciones, recursos gratuitos, trueque — siempre hay opciones. Si te rindes de antemano, significa que el objetivo no vale tu esfuerzo.
«Voy a fracasar»
El miedo al fracaso es natural. Pero si el objetivo es realmente valioso, actuarás a pesar del miedo. El miedo constante indica que el precio del éxito te parece demasiado alto.
«Estoy demasiado cansado»
Es importante diferenciar entre fatiga y apatía causada por trabajos o actividades que no te gustan. Un objetivo verdadero, al contrario, te recarga de energía y te da un segundo aire.
«Es demasiado difícil»
Si el objetivo vale la pena, no hay caminos fáciles. Las dificultades son señal de valor. Si solo buscas placer inmediato, el objetivo no te inspira.
«No tengo apoyo»
El apoyo es importante, pero no obligatorio. Si el objetivo es realmente importante, avanzarás incluso solo y motivarás a otros con tu ejemplo.
«No sé por dónde empezar»
Divide la tarea en pasos pequeños y da el primer paso. No saber por dónde empezar es una excusa común. Si el objetivo te parece abstracto y no te inspira, comienza con algo pequeño o replantea la meta.
«Nadie cree en mí»
La fe de los demás es secundaria. Lo principal es tu propia confianza. Si crees en tu objetivo, nadie podrá detenerte, y la incredulidad de otros solo será un fondo.
«Tomará demasiado tiempo»
Los grandes objetivos requieren paciencia. Si buscas gratificación inmediata, un objetivo real puede parecer aburrido o lejano. El valor no está solo en el resultado, sino también en el proceso de alcanzarlo.
