Te despiertas por la mañana, te miras al espejo y te haces la gran pregunta: «¿Es realmente esta mi vida?». Tienes trabajo, tienes salario, pero sientes que solo pedaleas para no caerte. Y el viernes, una vez más, se convierte en tu fiesta religiosa principal. ¿Te suena? Entonces ha llegado el momento de ocuparte de lo más importante: encontrar tu vocación.
La vocación no es una palabra pretenciosa sacada de un libro de autoayuda. Es ese motor interno que da sentido a los días y convierte las metas en algo auténtico. Algunos la descubren desde niños: el chico que armaba construcciones termina siendo ingeniero, la niña con una cámara se convierte en directora. Pero para la mayoría de nosotros, el camino hacia la vocación es una aventura de toda la vida. Aquí tienes diez preguntas que te ayudarán a entender, de una vez por todas, hacia dónde te lleva realmente el alma.
¿Cuáles eran tus pasatiempos de la infancia?
Recuerda qué te apasionaba de niño. Aquello que te mantenía despierto hasta tarde mientras tus padres te pedían que te fueras a dormir. A veces, justo ahí, en esos juegos e intereses tempranos, está escondida la semilla de tu verdadera misión en la vida.
¿Qué harías si el dinero y el tiempo no importaran?
Imagina que has ganado la lotería y puedes permitirte todo. ¿A qué te dedicarías? Es poco probable que pasaras toda la vida tumbado en una playa —eso se vuelve aburrido en una semana—. Lo más probable es que surja en ti una necesidad de hacer algo real, algo que te motive incluso sin la obligación de ganar dinero.
¿Qué tipo de persona quieres ser en la memoria de los demás?
Cuando todo termine, ¿cómo quieres que te recuerden? ¿Como alguien que vivió en piloto automático o como alguien que hizo algo verdaderamente propio? Esta pregunta sacude la mente y ayuda a entender qué merece la pena empezar a hacer ahora mismo.
¿Qué problema te gustaría resolver si pudieras cualquiera?
¿Qué te indigna hasta lo más profundo? ¿Qué te parece tan injusto que sientes la necesidad de intervenir? Tal vez ahí se esconda tu fuente de energía. La verdadera vocación a menudo nace del deseo de cambiar el mundo, aunque sea un poco.
¿A qué lugares te gustaría ir y por qué?
No se trata solo de una lista de sueños turísticos. Piensa en aquellos lugares a los que sientes una atracción genuina: ciudades donde conectas con la historia, la cultura, el espíritu. A veces un lugar puede convertirse en un punto de inflexión: el sitio donde finalmente comprendes quién eres.
¿Qué es lo que realmente te importa?
No lo que suena bien, sino aquello sin lo cual no puedes vivir en paz. Cada persona tiene sus propios valores: honestidad, libertad, creatividad, familia. Cuando empiezas a construir tu vida en torno a ellos, aparece una base interior sólida.
¿A qué te dedicarías si no pudieras fracasar?
Imagina que el éxito está garantizado. Una sola oportunidad, y todo saldrá bien. ¿Qué harías? La respuesta mostrará dónde se encuentra tu verdadera pasión, y no solo una opción conveniente.
¿Qué harías si la opinión de los demás no importara en absoluto?
Difícil, ¿verdad? Pero piensa: ¿quién serías si no tuvieras miedo de parecer raro, torpe o “diferente”? A veces, la vocación se oculta precisamente detrás del miedo al juicio ajeno.
¿Cuándo fue la última vez que sentiste una verdadera satisfacción?
No alegría ni euforia, sino ese calor interior tranquilo cuando todo está en su sitio. Es el momento en que haces algo no por los “me gusta” ni por dinero, sino simplemente porque sientes que debes hacerlo. Recuerda esa sensación: te mostrará el camino.
¿Cómo sería tu día ideal?
Olvida la realidad. No se trata de “despertarte sin alarma y no ir a trabajar”, sino de imaginar un día en el que todo sea exactamente como tú quieres. ¿Qué haces? ¿Con quién estás? ¿Cómo se siente? Las respuestas son tu mapa personal hacia tu vocación.

