Una vez que llegas a los 30, la vida comienza a hacer sus ajustes. Aunque esto puede parecer el comienzo de un nuevo capítulo, los cambios que acompañan a esta edad pueden ser sorprendentemente familiares. Aquí tienes siete cambios inevitables que experimentarás después de los 30 y cómo puedes verlos con humor y sabiduría.
Una vez que llegas a los 30, la vida comienza a hacer sus ajustes. Aunque esto puede parecer el comienzo de un nuevo capítulo, los cambios que acompañan a esta edad pueden ser sorprendentemente familiares. Aquí tienes siete cambios inevitables que experimentarás después de los 30 y cómo puedes verlos con humor y sabiduría.
Recuerda cómo en la universidad podías comer cinco hamburguesas con pan y seguir viéndote delgado, a pesar de las miradas preocupadas de tu mamá. Ahora, parece que cada panecillo que comes va directamente a tu barriga. Y tu esposa insiste en que cenes zanahorias bajas en grasa. Sí, tu metabolismo ya no es lo que solía ser.
Tu cabello comienza a comportarse como en una novela de misterio: algunos se vuelven más gruesos y grises, otros simplemente desaparecen. El estrógeno disminuye, la testosterona aumenta y tú intentas ocultar la calvicie con el cabello que crece a los lados de tu cabeza. No te preocupes, no estás solo: es parte del proceso natural de envejecimiento.
Olvídate de las noches de póker salvajes y las carreras de aspiradoras. Ahora, tus encuentros son menos frecuentes y suelen tener de fondo el llanto de un bebé en el teléfono. Aunque todavía logran beber unas cervezas juntos, relajarse como antes ya no es una opción. Y, honestamente, ya no lo extrañas.
Recuerda cuando podías participar en concursos de tequila y al día siguiente correr un maratón? Después de los 30, incluso diez tragos pueden dejarte pasando el fin de semana en la cama, quejándote al ver las cortinas cerradas. Tu cuerpo te recuerda educadamente que el tiempo para tales hazañas ha pasado.
Quizás has dejado de ensayar tu discurso de aceptación del Oscar en la ducha o de soñar con ser el primer astronauta motociclista. Al principio, la disminución de tus ambiciones puede parecer alarmante, pero pronto da paso a una tristeza reflexiva. Esto es solo parte de tus intereses en evolución.
A los veinte, el sexo te parecía más importante que la comida, el agua o el sueño. Ahora, aunque todavía disfrutas de la intimidad, ya no es el centro de tu existencia. La cercanía espiritual con tu pareja pasa a primer plano, y aunque la frecuencia de las noches apasionadas disminuye, encuentras un nuevo significado en tus relaciones.
Has aprendido a aceptar a tus padres tal como son, has dejado de reaccionar ante los idiotas del mundo y encuentras alegría en las cosas simples. Ya no te preocupas ni intentas demostrar tu valía. En comparación con los problemas del mundo, tu vida parece sorprendentemente pacífica y agradable.
Disfruta de estos cambios. Aún hay tiempo antes de la crisis de mediana edad, y quizás este es el momento en el que realmente puedes comenzar a disfrutar de la vida.
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