Kim Kardashian ha vuelto a ser el centro de atención, pero esta vez no por su negocio o logros en la moda, sino debido a otro escándalo en las redes sociales.
Kim Kardashian ha vuelto a ser el centro de atención, pero esta vez no por su negocio o logros en la moda, sino debido a otro escándalo en las redes sociales. Su nueva campaña publicitaria para la marca Skims, creada en colaboración con Dolce & Gabbana, desató una ola de indignación. Y todo por un detalle que parecía simple: el rosario en su cuello.
En las fotos publicadas en Instagram*, Kim posa con un sujetador deportivo blanco, medias de encaje y pantalones cortos. Su look se completa con el rosario, que utilizó como adorno. Este elemento provocó indignación entre sus seguidores, quienes la acusaron inmediatamente de faltar al respeto a los símbolos religiosos.
Aquí algunos de los comentarios enojados:
"No tienes nada de sagrado, así que quítate el rosario." "¿Te vas a burlar también de otras religiones?" "¿Por qué siempre lleva una cruz estando casi desnuda?"
No es la primera vez que Kardashian enfrenta críticas por usar símbolos religiosos en sus atuendos. Un incidente reciente con una cruz que perteneció a la princesa Diana causó igualmente un gran revuelo. En ese entonces, el público también se indignó, acusando a Kim de hacer una elección inapropiada.
La provocación ha sido parte del marca Kim Kardashian durante mucho tiempo. Cada aparición suya no es solo un conjunto, sino un movimiento cuidadosamente planeado con el objetivo de atraer la máxima atención. Las discusiones, los escándalos, incluso las condenas, todo esto juega a su favor, avivando el interés por su persona y su negocio.
Pero, ¿dónde está el límite entre provocación y falta de respeto? Muchos creen que el uso de símbolos religiosos en atuendos atrevidos ya es excesivo. Kim, por su parte, prefiere guardar silencio y dejar que la tormenta de emociones recaiga sobre los usuarios de internet.
Si reflexionamos sobre ello, ¿por qué hablamos tanto de Kim Kardashian? La respuesta es simple: es una experta en manejar la atención del público. Sus looks siempre están al borde de lo permitido. Esto tanto irrita como atrae.
Las críticas se han convertido en una parte esencial de su popularidad. Y tal vez esto sea lo que la hace tan exitosa: cada escándalo trae consigo una nueva ola de discusiones, nuevos seguidores y, como consecuencia, nuevos compradores de sus productos.
Kim Kardashian, por lo que parece, no tiene intenciones de cambiar. Su estilo de vida, su negocio y su imagen pública se basan en su habilidad para evocar emociones. Los escándalos son el combustible de su carrera. La pregunta es: ¿cuánto tiempo más estará dispuesta la sociedad a tolerar estas provocaciones?
Y mientras internet hierve y los tabloides cuentan las visualizaciones, Kim Kardashian sigue siendo el centro de las conversaciones, demostrando que el arte de ser provocativa no es solo un desafío, sino también una estrategia de negocio.
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