Hoy en día, casi todo hombre siente que hay algo profundamente mal en él. Está cansado. Se siente atrapado. Se pregunta: “¿Necesito un coach de vida? ¿Un retiro de desintoxicación en Bali? ¿O solo una botella de vino de 300 euros para desconectar?”
Hoy en día, casi todo hombre siente que hay algo profundamente mal en él. Está cansado. Se siente atrapado. Se pregunta: “¿Necesito un coach de vida? ¿Un retiro de desintoxicación en Bali? ¿O solo una botella de vino de 300 euros para desconectar?”
La moderna propaganda del consumo te ataca justo donde más duele: en tu inseguridad, tu agotamiento y esa constante sensación de no ser suficiente. Te susurra: “Mereces solo lo mejor” – pero en realidad te grita: “No eres nada sin comprar esto”.
Ahí está ese tipo perfectamente peinado con camisa blanca contando cómo “pasó por el infierno” y ahora vende coaching de transformación por lo que cuesta tu alquiler. O el terapeuta-influencer que promociona su método exclusivo y te convence de que tu vida entera es un sistema roto que solo él puede arreglar — por un precio, claro.
Eso no es ayuda — es un modelo de negocio. Se alimenta de tu soledad emocional. Te venden una fantasía: que la solución está allá afuera, envuelta en lujo y exclusividad.
Lo más triste de todo esto es que desvaloriza a las personas que realmente quieren ayudarte. Aquellos que están ahí, que tienen el conocimiento, la experiencia y cero interés en likes o fama. Tal vez es un amigo, un buen terapeuta, un mentor, o simplemente alguien que hace su trabajo con integridad.
No te gritan “¡Compra mi seminario de mil euros!” — ellos hacen su trabajo. Y muchas veces son más sinceros y más efectivos que los gurús de Instagram que te venden sueños envueltos en oro.
¿Qué funciona de verdad? Constancia. Disciplina. Conversaciones reales con personas en las que confías. Pequeños hábitos diarios, no una píldora mágica de fin de semana.
Vivimos en un mundo que te hace sentir roto — solo para luego venderte el “pegamento premium”. Pero la verdad es esta: no estás roto. Eres humano. Cansado. Imperfecto. Real. Y eso es más que suficiente para empezar un cambio — no en un resort de lujo, sino aquí y ahora.
Deja de perseguir la ilusión de la perfección. Deja de creer que necesitas una solución mágica para valer. Lo que estás buscando no está en un seminario de 5.000 euros. Está mucho más cerca — dentro de ti y en las personas que te rodean.
Si de verdad quieres cambiar algo — empieza en pequeño. Empieza por escucharte, no por seguir a quienes quieren ganar dinero con tus inseguridades.
Este sitio utiliza cookies para ofrecerte una mejor experiencia de navegación. Al navegar por este sitio web, aceptas el uso de cookies.