Las personas mezquinas son un fenómeno real. Convierten un grano de arena en una montaña, guardan rencor más tiempo del que han existido algunos países y pueden transformar un conflicto insignificante en un drama digno de "Juego de Tronos".
Las personas mezquinas son un fenómeno real. Convierten un grano de arena en una montaña, guardan rencor más tiempo del que han existido algunos países y pueden transformar un conflicto insignificante en un drama digno de "Juego de Tronos". Si tienes la "suerte" de encontrarte con alguien así, mantente alerta.
¿Olvidaste poner un emoji en tu mensaje? ¿No contestaste su llamada en tres minutos? Para una persona mezquina, esto es una catástrofe. Vive para el drama, exagera cada pequeño detalle hasta convertirlo en una crisis mundial y espera que tú también veas sus emociones como algo sagrado.
Una persona normal deja atrás los momentos desagradables, pero una persona mezquina los colecciona como un filatelista colecciona sellos raros. Puede recordarte tus "errores" de hace cinco años, con la fecha, la hora e incluso las condiciones climáticas de ese día. No perdona: espera el momento adecuado para recordarte lo terrible que eres.
Pronuncias mal las palabras, vistes de forma incorrecta y, en general, no te comportas como "deberías". La crítica de una persona mezquina no es una preocupación genuina, es un arma. La usa para parecer más inteligente, más importante y hacerte sentir insignificante.
Si una persona mezquina está en tu círculo digital, puedes estar seguro de que sabe a quién le das "me gusta", qué comentarios dejas e incluso por qué no estuviste conectado durante dos días. Lee entre líneas tus publicaciones y siempre encontrará algo para usar en tu contra.
Hablar con una persona mezquina es como escuchar su monólogo. No te presta atención realmente, solo espera su turno para volver a hablar de sí misma. Y si alguna vez te atreves a quejarte de algo, te demostrará de inmediato que sus problemas han sido siempre más grandes, más dramáticos y merecen más compasión.
Si intentas proponer algo que no encaje en su agenda o hábitos, prepárate para el drama. No sabe ceder, pero es experta en hacerse la víctima si las cosas no salen como quiere.
Discutir con una persona mezquina es una pérdida de tiempo. Nunca admitirá que está equivocada y se aferrará a su último argumento, por absurdo que sea. Comentarios pasivo-agresivos incluidos.
Con una persona mezquina, es imposible relajarse: nunca sabes qué la va a ofender. ¿Un chiste? ¿Tu tono de voz? ¿O simplemente el hecho de que respires demasiado fuerte? Todo lo que dices o haces es analizado meticulosamente, y en cualquier momento puedes convertirte en el villano de su melodrama.
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